Es ya historia conocida que la Nueva Ola del Heavy Metal Británico
le dio nueva vida al género a fines de los setentas, en muchos casos
patentando el sonido en el que se suele pensar al momento de hablar
sobre música pesada y sentando las bases para el desarrollo de casi
todas las ramas del estilo por las próximas cuatro décadas. Y
también es sabida, aunque injustamente menos hablada, la influencia
que el punk rock tuvo en el desarrollo de este nuevo sonido: no sólo
el comienzo de este Nueva Ola coincidió con la explosión de
popularidad del punk a mediados de los setentas, sino que tanto
precursores como Motörhead como grupos icónicos de la movida como
Tank y Venom acusaron una obvia influencia del género de las crestas
y los alfileres de gancho. Pero hay un fenómeno menos hablado y es
el del heavy metal devolviendo los favores e influenciando el sonido
del punk en los próximos años: siendo que hablemos sobre la movida
del UK82, el hardcore punk (sobre todo en el hardcore neoyorquino),
el grindcore y demás, el punk siguió el mismo proceso de evolución
y extremismo que tendría el heavy metal durante los ochentas. Y a
eso se le pueden sumar bandas como English Dogs, Discharge, Dirty
Rotten Imbeciles, Plasmatics, Amebix y los pioneros del sonido "Oi!"
Cockney Rejects, todas estas siendo bandas que comenzaron con un
sonido netamente punk pero que terminarían desarrollando un sonido
metalero durante los ochentas, con resultados ciertamente dispares. E
incluso músicos como Ross The Boss (Manowar) y casi todos los
miembros originales de Mercyful Fate comenzaron en la escena punk.
Toda
esta introducción viene por el lado de que nuestro disco del día de
hoy es, justamente, otro ejemplo de esta línea difusa entre el punk
y el heavy metal en los ochentas: los ingleses
Onslaught se formaron en 1982 en la ciudad sureña de Bristol (la
misma ciudad de Amebix, otros punks metaleros) y comenzaron como un grupo netamente punk, con una variedad de demos que los mostraban cercanos a la velocidad y suciedad de Discharge. Pero no pasó mucho tiempo hasta que comenzaran a tomar gran inspiración de parte del metal extremo que se venía desarrollando por esa época.
Esta evolución culminó con Power From Hell, editado en 1985 a través del sello punk Children of the Revolution. 1985 fue un muy buen año para el thrash europeo, con bandas como Sodom, Kreator, Celtic Frost y Destruction editando sus primeros lanzamientos, y es ahí donde entra Onslaught: apenas comienzan los riffs de "Onslaught (Power From Hell)", Onslaught se meten de lleno en el thrash más sucio y con la dosis justa de sonido lo-fi como para sonar como salidos de algún portal al infierno sin que comprometa la experiencia al escucharlo. Una batería que retumba, unos riffs cavernosos y la voz rasgada de Paul "Mo" Mahoney, quien en su único álbum como cantante le da ese toque punk perfecto a las canciones.
"Lord of Evil", de poco más de siete minutos y cantada por el guitarrista Nige Rockett, es uno de los grandes momentos de la placa, mostrando a un grupo que no quería quedarse en las tres notas simples y le daba un toque casi épico a sus himnos satánicos. Por otro lado "Angels of Death" y "Steel Meets Steel" los muestra apretando el acelerador hasta el fondo y dando motivos para revolear la cabeza y destruirse en el mosh. Hasta se dan un el gusto de meter no uno, sino dos instrumentales: la dupla "Skullcrusher I" y "Skullcrusher II" no son nada cercano a Dream Theater en cuanto a su acercamiento a un instrumental, pero esos riff machacados suenan espectaculares siempre.
Varias reseñas mencionan cierta influencia de Venom en el disco, y si uno se centra en los riffs motorheadescos y las letras satánicas la conexión es obvia. Sin embargo, Venom nunca lograron sonar tan pesados como en este disco, sin faltarles el respeto: el hecho de sonar profesionalmente lo-fi en vez de sonar directamente como un demo ayuda mucho. Power From Hell es todo un testamento de una época de transición dentro del heavy metal, pasando de la Nueva Ola al desarrollo de los nuevos sonidos extremos tanto en Europa como en Norteamérica. Aunque pueda llegar a ponerse repetitivo por momentos, tanto las canciones como la estética son extremadamente atractivas, sobre todo para quien busque los sonidos del under más under del metal europeo. De aquí en más, la banda redoblaría con este sonido y, al mismo tiempo, pasaría por una gran cantidad de cambios internos hasta el día de hoy.
Esta evolución culminó con Power From Hell, editado en 1985 a través del sello punk Children of the Revolution. 1985 fue un muy buen año para el thrash europeo, con bandas como Sodom, Kreator, Celtic Frost y Destruction editando sus primeros lanzamientos, y es ahí donde entra Onslaught: apenas comienzan los riffs de "Onslaught (Power From Hell)", Onslaught se meten de lleno en el thrash más sucio y con la dosis justa de sonido lo-fi como para sonar como salidos de algún portal al infierno sin que comprometa la experiencia al escucharlo. Una batería que retumba, unos riffs cavernosos y la voz rasgada de Paul "Mo" Mahoney, quien en su único álbum como cantante le da ese toque punk perfecto a las canciones.
"Lord of Evil", de poco más de siete minutos y cantada por el guitarrista Nige Rockett, es uno de los grandes momentos de la placa, mostrando a un grupo que no quería quedarse en las tres notas simples y le daba un toque casi épico a sus himnos satánicos. Por otro lado "Angels of Death" y "Steel Meets Steel" los muestra apretando el acelerador hasta el fondo y dando motivos para revolear la cabeza y destruirse en el mosh. Hasta se dan un el gusto de meter no uno, sino dos instrumentales: la dupla "Skullcrusher I" y "Skullcrusher II" no son nada cercano a Dream Theater en cuanto a su acercamiento a un instrumental, pero esos riff machacados suenan espectaculares siempre.
Varias reseñas mencionan cierta influencia de Venom en el disco, y si uno se centra en los riffs motorheadescos y las letras satánicas la conexión es obvia. Sin embargo, Venom nunca lograron sonar tan pesados como en este disco, sin faltarles el respeto: el hecho de sonar profesionalmente lo-fi en vez de sonar directamente como un demo ayuda mucho. Power From Hell es todo un testamento de una época de transición dentro del heavy metal, pasando de la Nueva Ola al desarrollo de los nuevos sonidos extremos tanto en Europa como en Norteamérica. Aunque pueda llegar a ponerse repetitivo por momentos, tanto las canciones como la estética son extremadamente atractivas, sobre todo para quien busque los sonidos del under más under del metal europeo. De aquí en más, la banda redoblaría con este sonido y, al mismo tiempo, pasaría por una gran cantidad de cambios internos hasta el día de hoy.