Este primer trabajo, clasificado tanto como un EP como un demo en ciertas bases de datos, es una selección de canciones bastante interesante, siendo que sirve tanto como ejemplo del sonido del thrash de la época como del sonido que Savage Messiah desarrollaría a futuro. Por un lado, el sonido del retro thrash tan de moda por esa época es extremadamente evidente a lo largo de los 32 minutos del disco (hasta podría decirse que es todo un viaje en el tiempo, no tanto a los ochentas sino al mundo de mediados y finales de la década del 2000, cuando este movimiento estaba con toda la energía): mucho riff machacado, una batería apta para marcar instancias de mosh en recitales chicos o medianos, doble bombo y letras sobre muerte, guerra y todo lo que haya en el medio.
Por otro lado, es fácil ver varios elementos que separan a Savage Messiah del resto de las bandas del retro thrash: lejos de querer emular a Exodus, Overkill o el resto de los grupos de thrash más callejeros, Savage Messiah basa más su propuesta en Megadeth y Testament. De ahí que canciones como "Spitting Venom", "In For The Kill" o "Frontline" se permitan tener momentos de melodías muy marcadas, y que haya algún que otro momento de guitarras acústicas. Pero como dice el título, la mayor parte del álbum se dedica a escupir veneno, y los riffs están a la altura de las circunstancias, logrando al mismo tiempo rendir tributo a las raíces del género y alejarse de las estructuras más básicas y cuadradas en las que solían caer la mayoría de los grupos de retro thrash de la época.
Al pasar apenas la media hora, Spitting Venom se da el lujo de enforcarse casi constantemente en la violencia y el "tupá-tupá" de la batería sin terminar sonando necesariamente repetitivo o cansador. Es la muestra perfecta de un compositor hambriento por más, y sentó las bases del sonido más melódico que Savage Messiah terminaría desarrollando de los álbumes siguientes.